En esta sociedad en la que todo se compra y se vende, se
llega al extremo de considerar a la propia persona como mercancía. Los trasplantes
de órganos constituyen una nueva esperanza de vida para cientos de miles de
personas enfermas... y un lucrativo negocio para unos pocos. El tráfico ilegal
de órganos existe, lo mismo que el tráfico de drogas, y con frecuencia está
organizado por las mismas personas. Este tráfico es tan monstruoso o más que el
resto de los negocios que realizan las organizaciones criminales. En muchas
ocasiones se basa en la condena a muerte de personas vivas para extraer de
ellas los órganos que luego se venden con grandes beneficios.
El tráfico de órganos sigue pasos similares al de la trata
de blancas o la venta de niños en adopción. Amparándose en poderes políticos y
económicos, estos traficantes de personas actúan con total libertad e
impunidad. Éstos son grupos organizados que consiguen órganos para enfermos
pudientes. Estos órganos se convierten en una mercancía que procede de seres
humanos dispuestos a vender sus riñones o de raptos de adultos y de menores que
luego hacen desaparecer.
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