El tráfico de órganos ilegal se realiza de forma
internacional para evitar a las autoridades, y los conflictos bélicos o países
en extrema pobreza son los lugares ideales para conseguir la materia prima del
sádico negocio: personas vivas para desguazar. Aftonbladet, el periódico sueco
más importante publica la historia de Bilal Ahmed Ghanem, palestino abatido en
Gaza por soldados israelíes. Un testigo Donald Boström, afirma que el cuerpo
fue secuestrado por los soldados israelíes y devuelto horas después con un
largo corte cosido en el abdomen. Otras 20 familias, relataron a Boström como
los cuerpos de sus hijos fueron devueltos a la zona sin sus órganos.
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